Una revolución

Yo no soy nadie importante. Apenas una veintena de seguidores en twitter y mi página de facebook es poco mas que testimonial de que existo y ya. Esos son los raseros de la importancia hoy en día. Tengo un blog (¿quién no?) que tampoco es demasiado popular. Con todo esto quiero decir que me considero bastante corriente. No soy gurú tecnológico ni jockey de redes sociales. A eso hay que añadir que mi presencia online se ha reducido significativamente en los últimos meses, debido sobre todo a dos cosas: he sido padre y me he mudado a otro continente.

La decisión de mudarse ha sido la consecuencia directa de la falta de expectativas profesionales en España. La decisión de ser padre ha sido meditada y sopesada, porque seamos sinceros, da un poco de miedo traer a nadie a este mundo.

Siempre he criticado a la gente de nuestra generación, siempre he pedido más activismo, que la gente se informara más antes de tirar su voto a la basura siguiendo consignas bipartidistas vacías. Siempre me he quejado de los tópicos políticos que se usan en las discusiones en España. Me he quejado hasta aburrir de la gente que debatía sandeces y dejaba a un lado los temas para mí esenciales: un sistema más participativo, más accesible, más representativo, más convincente, un sistema donde unos pocos, por su peso político o mediático, no sean capaces de imponer leyes que la mayoría no quiere y un sistema donde la corrupción no queda impune. He luchado contra ese sentimiento de «no se puede hacer nada». Y todas estas opiniones no son propias, no es que yo sea la caña; son el fruto de muchas conversaciones con personas mucho más inteligentes que yo, con otros puntos de vista, con conocimientos concretos en distintos campos. Y mi función solo ha sido informar a la gente, compartir ideas, usar la responsabilidad democrática de debatir. Y no ha sido algo que haya perseguido por mí, sino por los que vengan detrás, por mi hija y sus hijos…

En primer lugar, perdón. Perdón a todos los que están ahora en la calle, a los que protestan, a los que se han dado cuenta que la situación política no es sostenible, ni su fundamento actual de mercado tampoco, a los que piensan que las sociedades tienen que ser más de todos y más por todos. Os pido perdón porque, sinceramente, había perdido un poco la fe en que esto pasara, o al menos de que pasara en mi vida. Ya me había hecho a la idea de tener que amueblar con esmero la cabeza de mi hija y las de su generación para que ellos llevaran a cabo la tarea que nosotros no tuvimos huevos (con perdón) de empezar. Después de las primeras protestas, miraba a la peque dormir en la cuna y pensaba «Te estamos empezando a arreglar el mundo», y me sentía mejor.

Os pido perdón también porque me ha pillado a despie y siento que estando allí sería más útil. No os he abandonado, os sigo a cada paso y tenéis el apoyo de muchos que como yo estamos en esta especie de «exilio».

Y por supuesto, ¡gracias! Muchísimas gracias por alzar la voz, nuestra voz al fin. Tenéis la responsabilidad de gritar el doble de fuerte y de llevar ese mensaje el doble de lejos.

Para mí, ver Sol lleno ya es una victoria. Oír hablar de acampadas en Salamanca, Barcelona, Granada, Santander, Valladolid… Qué orgullo! Sí, es un primer paso, lo sé. Como le decía a un amigo, hace 5 años hubiera sido imposible imaginar esto. Estamos aún aletargados, como despertando de un sueño, dándonos cuenta de que podemos cambiar las cosas, si nos juntamos todos y lo decimos, en alto. O sea que imagina las cosas que pueden pasar ahora, las cosas que parecían también imposibles. Es un principio. Poco a poco…

Los que aún no se lo crean o aún no lo entiendan, se lo van a perder. Lo que es peor, les va a pasar por encima. Es nuestra responsabilidad tanto como suya; hay que seguir hablando, seguir debatiendo, seguir educando. Ya no seremos nunca más una masa de votantes aborregados. Exijamos responsabilidad a nuestros políticos. Enseñemos a los demás a hacerlo.

Yo sólo soy uno más. Pero somos muchos. Y tenemos algo que decir.

Gracias a todos por esta #spanishrevolution. 🙂

Pensar

Fue el deseo expreso de Rodin que su «Pensador» fuera su epitafio y lápida. Poco antes de morir, comentó sobre el sentido de la obra:

La naturaleza me da mi modelo, la vida y el pensamiento; las fosas nasales respiran, el corazón late, los pulmones inspiran, el ser piensa y siente, tiene dolores y alegrías, ambiciones, pasiones y emociones. Éstos debo expresar. Lo que hace a mi Pensador pensar es que piensa no sólo con su cerebro, con su ceño fruncido, con sus fosas nasales distendidas y los labios apretados, sino también con cada músculo de sus brazos, su espalda y sus piernas, con su puño cerrado y sus dedos del pie encogidos.

Magistral. El maestro encontró las palabras que quizás ninguno de los que le queremos hubiéramos sido capaz de hilvanar.

El hallazgo se lo debo a Ame. Gracias. 😉

El viaje no acaba nunca

El viaje no acaba nunca. Sólo los viajeros acaban. E incluso éstos, pueden prolongarse en memoria, en recuerdo, en narrativa. Cuando el viajero se sentó en la arena de la playa y dijo: No hay nada más que ver, sabía que no era así. El fin del viaje es simplemente el comienzo de otro. Es necesario ver lo que no ha sido visto, ver otra vez, lo que ya se vio, ver en primavera lo que se vio en verano, ver de día lo que se vio de noche, con sol, donde antes la lluvia caía, ver el trigo verde, el fruto maduro, la piedra que cambió de lugar, la sombra que aquí no estaba…

José Saramago, en Viaje a Portugal. Gracias a Cris.

Fuegos

Fuegos artificiales en Alexandra Palace
Fuegos – en flickr: 1, 2, 3 y 4

La noche del 5 de noviembre se celebra en UK la noche de Guy Fawkes, para conmemorar el fracaso de la «Conspiración de la pólvora». Nosotros siempre vamos a Alexandra Palace, en cuyo parque se organizan unos de los mejores espectáculos pirotécnicos esa noche y también porque desde la ladera, se ven los fuegos de la mayor parte de Londres.

Y había que probar a sacar unas fotos…

Principito

Google Logo for Antoine de Saint-Exupery's 110th anniversary.

Hoy el logo de la página principal de Google nos recuerda que es el 110º aniversario de Antoine de Saint Exupéry, el autor del mágico y críptico «El Principito», cuento o fábula que ha de leerse varias veces en la vida (de niño, de adolescente, de enamorado, de mayor…) y que revela cosas nuevas en cada una de ellas. Una obra que aun es objeto de estudio y que ha sido traducida a más de 180 idiomas (incluyendo el Toba y el Latín). Es un libro con un legado excepcional.

Saint-Exupéry escribió el libro después de un accidente de aviación por el que permaneció en el desierto durante 4 días, apenas sin alimentos ni agua, junto a su navegante André Prévot.

Años más tarde, desaparecería para siempre en un vuelo de reconocimiento sobre el mediterráneo.

«El Principito» nos enseña a ser niños cuando ya no lo somos y a entender a los que no lo son. Y nos enseña muchas otras cosas si nos dejamos.

Sólo por ese libro, le doy al Sr. Saint-Exupéry mis gracias más sinceras.

Y si hay alguien que no lo haya leído todavía, no tiene perdón de dios…

Síndrome del viajero eterno

200m

Una de las cosas que más me cuesta explicar a alguien que siempre ha vivido en el mismo lugar, es la sensación de no pertenecer a ningún sitio. Es una especie de ansiedad, de no estar a gusto, de que falta algo… Yo lo llamo «síndrome del viajero eterno», porque una vez que picas ya no hay vuelta atrás, y me he cruzado con muy pocas personas que sepan a qué me refiero. Los expertos lo llaman «choque cultural reverso» (y tiene un cuadro de síntomas médicos que os ahorro).

En su forma más sencilla, sería algo tal que así: al irte de una ciudad, tu memoria de esa ciudad se fija en ese momento y permanece inalterada para siempre. En nuestro nuevo hogar, siempre echaremos de menos esa ciudad e incluso idealizamos ese recuerdo. La realización de que uno sufre el síndrome se produce al volver y es por eso que esta enfermedad es tan cruel; es entonces cuando nos damos cuenta que ese lugar idealizado en nuestra memoria ha seguido evolucionando sin nosotros y que ya no tenemos esa familiaridad que recordamos. El efecto es más fuerte cuanto más distintas sean las culturas entre sí y cuanto más tiempo haya pasado (por norma general).

Y así entras para siempre en una dinámica en la que nada es casa. Quieres vivir en una ciudad collage de recuerdos, experiencias y personas. Una mezcla de estilos, arquitecturas, gastronomías… Una ciudad mezcla de los recuerdos de todas las ciudades que has amado. Pero esa ciudad no existe. 🙁

Y el que no ha viajado más que de vacaciones no lo entiende. Y te dirá «No es para tanto». Y para él (o ella) casa siempre será un lugar concreto. Generalmente se entiende que tienes que vivir en otro lugar al menos un año para notar los efectos.

Hace poco leí un artículo en inglés cuyo título podríamos traducir por «Volver a casa tras vivir fuera» y que lo explicaba de maravilla. Una de las cosas que decía la autora, Corey Heller, es que tiene esa sensación de querer volver todo el rato, pero cuando vuelve en realidad está deseando irse de nuevo. Esto es algo que he sentido muchas veces, pero no había acabado de entender a qué se debía.

También explica que conocer otras culturas te cambia para siempre, y que a pesar de no encontrarte «en casa» en ningún sitio, es un sacrificio que se volvería a hacer dada la oportunidad.

Coincido con ella en que lo que pierdes en familiaridad de tu ciudad, lo ganas en familiaridad internacional; te conviertes en un animal de aeropuertos, y los check-ins y los controles de seguridad se convierten en algo trivial. Te conviertes en una persona más observadora y te resulta más fácil coger los principios básicos de la cultura en la que te encuentras y adaptarte a ellos.

Concluye que al final, uno debe dejar de preguntarse si se sentirá en casa algún día (o mejor dicho, en algún sitio) e intentar averiguar qué nos hace falta para sentirnos en casa ahora, donde estemos en este preciso momento.

Y los que sois un poco nómadas sabréis que al final hay esas pocas cosas, o esas pocas personas que serán «casa» para nosotros allá donde vayamos. Y algunos tendrán la suerte de que esas personas les acompañen y casa será cualquier lugar.

Más Moleskine

Moleskine

Ya os he hablado antes de las libretas moleskine. Desde entonces no he parado de comprarme moleskines; se ha convertido en una especie de adicción. Y he contagiado esa adicción a otras personas a mi alrededor, como a Meliuli. Me alegra mucho que la compañía detrás de la moleskine haya crecido tanto gracias a la popularidad creciente de las libretas. Debido a eso, no dejan de sacar nuevas versiones o variantes. ¡Y me encantan todas!

Familia de moleskines

Tenemos moleskines agenda (rojas), ciudad (de NY -lugar al que esperamos ir algún día- y Londres -donde vivimos-), varias de las clásicas negras y mi nueva estrella, mi moleskine de recetas. También tenemos alguna joya que no sale en la foto, como la Moleskine edición limitada Van Gough de tela amarilla que buscamos por medio mundo para Meliuli.

En fin, cada libreta es como una joya, que te recuerda un momento determinado, un lugar… Y cada vez que empiezo una siento la misma mezcla de nerviosismo y alegría. Las páginas en blanco son la mejor excusa para sentarse un momento a pensar y escribir algo.

Un poco de sentido

La otra noche fui al cine a ver «El hombre Lobo«, esperando que Benicio del Toro y Anthony Hopkins garantizaran una revisión interesante de este clásico. Resulta que no. :'( Mala de llorar. Mala de querer irse. Mala de arrepentirse de haber pagado por la entrada.

Pero sí que hubo una cosa que me gustó: el vídeo anti-piratería (en este caso de la asociación británica de productores o algo así) que suele anteceder las películas. En lugar de tratarme como a un delincuente (a mí que estoy dentro de la sala y por lo tanto he pagado mi entrada) y recordarme lo malo e ilegal que es la piratería, pusieron un vídeo que daba las gracias a la gente en la sala por haber contribuido a que el cine siga haciendo películas. Después decía que «algunas personas» intentan dañar al cine y que si veía a alguien intentando grabar la película, que por favor lo avisara. En ningún momento se dirigía directamente a los presentes en la sala como infractores o mencionaba la palabra piratería.

En fin, una ligera mejora, no? No es que sea la leche, pero se ve un asomo de cordura por ahí detrás. Espero que lo siguiente sea que quiten el maldito aviso y las escenas no-pasables de los DVD.